Anillacos

Cuando yo era chaval había dos grandes lemas para los regalos parejiles: “Díselo con flores” y “Un diamante es para siempre”. Lo de las flores ya huele. ¿Y por qué no hablar de esos anillos para caerse de espaldas? ¿Por esto de la crisis? Paparruchas. Un anillo de los buenos es una de esas cosas que crean esos momentos especiales tan raros que buscamos a lo largo de la vida.

Para empezar, nada de comprárnoslos de segunda mano, en outlets de internet, ni rebajados ni nada de eso. Qué horterada, por Dios. Un anillo de los que estamos hablando tiene que ser algo realmente especial. Así que prepárate para darte un paseo por tu sucursal más cercana de Cartier, Gucci, Dior o Bulgari. A lo mejor para que te dejen entrar te toca comprarte antes un traje un poco chic. Y un par de complementos, claro.

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Si bien en estos exclusivos establecimientos hay piezas desde 300 euros, ¿qué clase de persona compraría el anillo más barato del catálogo? Habrá que subir un poco el presupuesto a, pongamos, 2.000 ó 2.500 euros; a partir de ahí ya encontramos cosas monas, como el Elsa Peretti Sevillana de oro y jade, de Cartier.

Si quieres meneo, anillo en el deo

Aunque, como decía mi abuelita, un anillo sin una buena piedra preciosa (no semipreciosa, eso es de quiero y no puedo) no es un anillaco comme il faut. Para muestra, un botón: el Air de Diamantissimo un solitario en oro blanco y un diamante de más de un quilate en talla esmeralda. Y si no, a falta de una, dieciséis. Como (siguiendo con la casa Cartier) el Schlumberger Sixteen Stones. Ná, 7.000 eurillos, y el pico.

Y, por supuesto, los hay de varios tipos. Están los de compromiso, las alianzas y los anillos superexóticos. “Superexótico” en este contexto viene a significar “tremendamente caro”. Ah, y también están los de precio inestimable, normalmente piezas de colección como el Trombino de Bulgari con más de 5 quilates de diamante azul (9.5$), o “el de Beyoncé” (sólo sé que son cinco millones por veinte quilates, pero es un pelín ostentoso).

Lo anillos son, bromas aparte, uno de los regalos clásicos que nunca pasan de moda y siguen ejerciendo un gran poder de atracción sobre la persona a la que van destinados. Aunque, ahora que lo pienso, los más exclusivos y poderosos que conozco son los de la colección Monte del Destino, de un diseñador llamado Annatar…