De trece a dieciséis

Un consejo: si estás entre los trece y los dieciséis años, ya que todo el mundo piensa que eres un pintas gamberro que sólo tiene y trae problemas… dales la razón, pero sin hacer daño a nadie. O al menos házselo creer. Para ello te presentamos una serie de regalos para que cada cual piense lo que quiera pensar: tú, a lo tuyo y a tu gusto.

Empezamos dejando “recaditos”. Porque no vas a negarnos que cuando ves la luna trasera de un coche hasta el techo de polvo te cuesta resistirte a escribir en ella frases la profundidad de “Lávame, que ya me toca” o “Aquí debajo hay un coche”. Pues ahora puedes hacerlo sin ensuciarte los dedos, gracias a un rotulador específico para este tipo de superficies, que además, te permitirá hacer algún que otro dibujito. Son diez euros… ¡Artista!

¡glubs!

También pasa, a cierta edades, que tenemos el gusto por lo sangriento un tanto exaltado, de lo que puede dar fe la videoconsola, donde has alcanzado el rango de “Genocida” en quince de los dieciséis juegos de guerra que tienes (el otro no te gusta demasiado: Mickey Mouse no sangra lo suficiente).

Sangre de pega

Pues vamos a sacar ese gusto por la sangre a la calle, pero de manera tan inofensiva como puede sacarse, con un frisbee en forma de rueda de sierra. El juguete, de plástico, está decorado como si tuviera manchas de sangre y es tan realista que pensarán que estás tan loco como para jugarte los dedos con un arma potencialmente mortal. Ahora, en Halloween, si quieres darle un susto a alguien, también lo tienes fácil con este juguete, tuyo por unos tres euros y medio.

Y, hablando de Halloween y de dar sustos: ¿invitamos a alguien a un cafecito? Sí: el café pone nervioso y no asusta… Salvo que lo tomemos en unas tazas… especiales. Se tata de unos recipientes que, fuera parecen normales, pero que, según te vas acabando la bebida, se ven, en relieve, unas figuras un tanto chocantes. No te decimos más. Diez eurillos bien gastados.

Un final tranquilito

Y vamos a terminar el artículo con un objeto que no mancha, ni da miedo ni sobresalta o escandaliza. Para que luego digan. Si te gusta la música pero no que los demás tengan que oírla sólo te que la opción de llevar cascos.

Pero esos malditos se anudan de la peor de las maneras, de modo que te pasas más tiempo deshaciendo nudos que oyendo a tus grupos favoritos ¿La solución? Un portacascos que evita que los cables se líen. Basta con que los enrollemos alrededor de este gadget que también sirve para controlar su longitud.

Tenemos más regalos para ti pero sabemos que desde hace cuatro párrafos te ha llegado un tuit que tienes que responder ya o ya, de modo que no te preocupes, te los guardamos y en otra ocasión te enseñamos más ideas.