Son tiempos en los que el trabajador está sufriendo por el pánico a quedarse sin trabajo, en los que trabaja rápido y produce cuanto puede para que, a ser posible, sea el de al lado el próximo que le estropee las estadísticas de desempleo al Gobierno.
Son tiempos en los que, a pesar del esfuerzo personal, en lugar de ser motivado por el bien colectivo, lo es por un impulso egoísta de “que no me toque a mí”. Y es, cuando la cuesta arriba parece insalvable, cuando el empresario ha de procurar hacer equipo y trasmitir un mensaje de normalidad –en la medida de lo posible- a sus empleados.
Una de las formas de decirles a unos temerosos empleados que, por mal que estén las cosas, tratará de que todo el mundo siga en su puesto es celebrar un acontecimiento, por modesto que sea, e invitar a todos cuantos quieran ir. Y una de las formas de que no lo olviden es que se lleven un regalo de la empresa.
Un recuerdo, un símbolo: no es preciso más
No se trata de que cada empleado se lleve un reloj de oro –si la empresa pudiera permitírselos, no tendría por qué organizar fiestas para calmar los ánimos-. Basta con un detalle, un “mimo”. Supongamos que el acto ha consistido en una comida de empresa: pues dénsele a los comensales, al postre, de recuerdo, un encendedor, un plato conmemorativo, una mini botella vino o cualquier otro detalle que les recuerde que el empresario quiere contar con todos ellos.
Ahora bien: este regalo debería poseer algunas características para cumpla una doble función: una, la ya explicada; otra la de reforzar la imagen de la empresa hacia el exterior. Como detalle, y para contentar al individuo, es suficiente el objeto en sí. Pero si queremos que el resto del mundo sepa que podemos permitírnoslo y hasta que los trabajadores de otras empresas del sector envidien un poquito a los nuestros, personalicemos el regalo.
Por muy poco dinero, personalicemos el regalo
Por personalizar no se entiende escribir el nombre del destinatario, sino que se sepa qué empresa lo ha regalado ¿Cómo? Pues recurriendo a una de las muchas imprentas que, en Internet, o fuera de la Red estampan el diseño que elijamos.
Un ejemplo: una memoria USB, para que el receptor se lleve sus archivos, su música, fotos –o trabajo, si quiere, ejem- a casa. Se trata de un regalo útil, económico y que, si personalizamos, además de poseer un toque de originalidad nos dará a cambio una publicidad importante