A caballo entre febrero y marzo encontramos otro buen momento en el que dar rienda suelta a nuestra generosidad y buscar un regalo para aquellos que se lo merezcan. Me estoy refiriendo, por supuesto, al Carnaval. Es además una buena ocasión para hacer un regalo creativo y lleno de imaginación que pertenezca al infinito mundo de los disfraces. Porque, bien mirado, cualquier cosa puede convertirse en parte de un disfraz.
Como tantas otras veces, debemos pararnos un momento a pensar si preferimos regalar algo hecho por nosotros mismos, o un artículo de la tienda. Si optamos por la primera opción, nuestras posibilidades dependerán mucho de nuestras habilidades. Quiero decir, yo quiero hacerle un traje de princesita a mi niña, pero como no tengo ni la más remota idea de coser, me va a tocar vestirla de saco de patatas.