Érase una vez

Los cuentos suelen empezar por “Érase una vez” y, aunque esto no pretenda ser un cuento, no veo por qué no ha de comenzar así, teniendo en cuenta que habla de magia, de ilusiones y que, por momentos, se camufla de relato infantil. De modo que…

Érase una vez un adulto, joven aunque cada vez menos, que les pidió un regalo a los Reyes Magos. Como había crecido en edad, pero también en cansancio y cinismo, no se molestó en pedirles la paz mundial, el fin del hambre en el mundo ni esas tonterías que, si el planeta estuviese ocupado por más personas y menos gente, serían posibles.

once upon a time...

Como el hombre frisaba ya los cuarenta, lo que solicitó de los Magos fue una máquina de tiempo. Quería ver, como en Cuento de Navidad, las Navidades pasadas. Recordar cuando eran tantos y tantos en la familia. Cuando estaban todos los que para él eran y no le dolía la ausencia de nadie ni le molestaba la presencia de otros que no quería que estuvieran.

Una máquina del tiempo camuflada

Los Magos pensaban traerle carbón ese año, en parte para aliviar la crisis de la minería asturiana y en parte porque sabían que esa carta la había escrito desde el sarcasmo de un alma seca, yerma. Pero Sus Majestades cayeron en la cuenta de que si, efectivamente, visitaba otros tiempos y se veía a sí mismo con los ojos brillantes, tal vez no estuviera todo perdido.

Melchor, Gaspar y Baltasar decidieron que no le regalarían la máquina, por otra parte prohibida para el común de los mortales, pero sí un viaje en el tiempo. Lo hicieron (¡qué curioso!) gracias a un billete de tren, el cinco de Enero, a la casa de sus padres, donde la -ya mayor- madre de este hombre le pidió que le ayudase a bajar algo al sótano.

Billete a las Navidades olvidadas

Una vez allí, a la insegura luz de una bombilla que ya había luchado demasiado contra las tinieblas subterráneas, un brillo metálico llamó su atención. Era el manillar de su primera bicicleta, un modelo de paseo, verde, cuyo sillín apenas le alcanzaba a la altura de la pantorrilla. Recordó sus cinco años.

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Y, cuando movió la bici, al caer las cajas de cartón que se apoyaban precariamente en ella, allí estaban  todos aquellos juguetes que lo emocionaron año tras año y que el trabajo las –estúpidas- preocupaciones y qué sé yo qué habían enterrado en un injusto olvido: el coche eléctrico con cable de sus seis años; el tren a escala de los ocho; el (bendito) Scalextric de los nueve…

Una vida

Sonreía y lloraba a la vez, aunque se empeñaba en ocultar lo segundo a los ojos de su madre, sin recordar que para ella era transparente. Recogió, despacio, sus juguetes, sus recuerdos, los que compartió con todo el mundo y los que eran sólo suyos. Ordenó sus Navidades, su vida. Dejaron lo que quiera que su madre le había pedido que la ayudara a bajar. Apagaron la luz.

En el viaje de vuelta a casa, en el tren, con una pelotita saltarina entre los dedos que se había metido –no estaba seguro de cuándo- al bolsillo, iba recordando su infancia y, a la vez, pensando en qué iba a pedirle a los Reyes Magos para el año siguiente. Dudaba. Entre la paz mundial o el fin del hambre en el mundo. Todo volvía a ser posible.

Querido Papá Noel:

Querido Papá Noel:

¿Cómo estás? Espero que bien. Yo, esta Navidad, espero tu llegada con ilusión, porque he sido un niño muy bueno.

Este año he estudiado mucho, aunque la clase de Lengua me la ha dado el profe de Música y la de Inglés el de Manualidades, de modo que no sé lo que es sintagma nominal, pero me he aprendido muy bien la canción de “Todo está en los libros”. Y en inglés ya sé decir “pencil”, “paper” y “paint”… ¡Ah! Y “my Taylor is rich”. No está mal, ¿eh?

Además, el bedel del cole nos ha dado la clase de Historia, y me he ganado un diez cuando en el examen he dicho que Franco era un señor bajito que salía en las monedas de peseta (sea lo que sea la peseta, que yo creo que era la consola que había antes de la PlayStation), y que si levantara la cabeza, -Franco, digo, no la peseta- se haría un chichón con la tapa de la tumba.

Y estoy seguro de que habría aprendido a contar hasta cien sin calculadora si la profe de mates no se hubiera puesto enferma tantas veces, pero yo la entiendo: tenía que sacarse un sobresueldo trabajando de gogó para llegar a fin de mes y muchos días aparecía en clase con el uniforme de trabajo. Y como este año nos tocaba la calefacción un día de cada cuatro, pues… Bueno. Paciencia. Ya aprenderé en la universidad, si mis papis pueden pedir otro crédito.

He ayudado mucho en casa

Pero te estaba diciendo, Papá Noel, que he sido un niño muy bueno. He ayudado a mis papis en la mudanza cuando vinieron a casa unos señores muy antipáticos y nos dijeron que nos teníamos que ir. Aún no sé por qué, pero papá, cada vez que pasa delante del banco, le tira una piedra a los cristales. Yo le digo que no lo haga, que lo vas a dejar sin regalos, pero él como si nada.

Sin embargo, yo sí que me he portado muy bien. Fíjate que hasta he cuidado de mamá, que se ha puesto malita. Íbamos a llevarla al hospital, para que se curase, pero es que nos salía más barato, decía papá, enviarla a un balneario.

He cuidado a mi mamá

El caso es que, teniéndola en la cama y curándola con medicinas caseras (¡cualquiera las compra en la farmacia, si queremos, además, comprar comida!, dice mi hermana, que es la única que tiene trabajo: de alargadora de cola en el INEM, algo así), la hemos curado, a la pobre.

Santa Watching

Papá Noel: he sido un niño bueno. Y soy tan bueno que te voy a pedir un regalo para mi familia quiero cuatro billetes de ida a un país donde los que mandan no se rían de ti, donde aprender y curarte sea tan importante que sólo pagues si quieres pagar. Donde quien manda no es un banquero sino un señor a que han elegido entre todos los mayores…

Atentamente:

Paquito.

P.D. Mi papá también te pide una escopeta, pero mejor no se la traigas, no sea que la quiera para cazar uno de tus renos, porque dice que aún no sabe qué vamos a comer estas Navidades.

A Papá Noel le gustan los videojuegos (de estrategia)

No cabe duda de que la oferta de ocio de los últimos años pasa por el mercado del videojuego, sea en la plataforma que sea. Pocos son los menores de cuarenta años que, de una u otra forma, con mayor o menor intensidad no se han dejado seducir por los juegos electrónicos. Comenzamos aquí una serie de artículos en los que iremos sugiriendo diferentes juegos, agrupados por género para que Papá Noel tenga algunas ideas más estas Navidades.

Este primer artículo se refiere, como podemos intuir por el título, al género de la estrategia, pensado para quienes les gusta pasarse horas delante de la pantalla, exprimiéndose las meninges para ganar una batalla, conquistar un país o construir el imperio más próspero de la Historia.

Haciendo crecer los pueblos

Me gustaría empezar, más que con una novedad, con un clásico que me alegró la adolescencia: la saga de “Age of Empires”. En el juego tomamos el control de una civilización, nación o imperio, según de qué parte de la serie hablemos y hemos de hacerla evolucionar social, científica y militarmente a través del tiempo. Horas y horas construyendo infraestructuras, recolectando, cultivando, entrenando ejércitos…

Pero no todo va a ser construir y declarar guerras entre ejércitos: un juego menos orientado a la batalla y más hacia darle vueltas a la estrategia de cómo ganarla es “Nexus”. Y una variante de éste que consiste en disponer a los luchadores uno por uno es el que supone la saga “Commandos”.

Juegos de mayor reflexión

Hasta aquí, la variedad de los juegos llamados de estrategia en tiempo real, en los que, mientras tú actúas lo está haciendo tu rival. Pero existe otro tipo de juegos, si cabe, más pausados, una especie de ajedrez llevado a la complicación máxima, al menos en lo visual: los juegos de estrategia por turnos.

Den entre éstos, subrayaré uno que es también un clásico, a pesar de que parece que con el tercer elemento de la saga alcanzaba ya su cénit. Se trata del divertidísimo “Heroes of Might and Magic”. Espadas, dragones, hechiceros, elfos, no-muertos y un mundo imposible que nos absorberá por completo.

Podríamos seguir repasando títulos, sagas e incluso una buena cantidad de novedades para este año, pero me conformo con darte algunas pinceladas sobre algunos clásicos que, por serlo, es fácil que encuentres a un precio bastante razonable. Se trata de pensar, a veces rápido y otras con más calma, qué hacer para superar a la máquina.

Pero si no te apetece pensar, no te preocupes: existe otro tipo de videojuegos.

E.P.U.C.A.

Se acercan esas fechas en las que todos somos felices por decreto ley ¿Todos? ¡No! Como en los tebeos de Asterix, queda un pequeño reducto rodeado de la invasión, en este caso, navideña que resiste y resistirá siempre al empalagoso Espíritu de la Navidad.

Es una aldea de verdaderos irreductibles que considera que los Reyes Magos son unos vagos miserables que sólo trabajan una noche al año y, encima, van cómodamente montados en camello, mientras sus pajes dan la vuelta al mundo a pie.

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¿Y Papá Noel? Ese es otro. Además, los Reyes tienen, al menos, la decencia de comprar los regalos. Ese gordo que viste como un gorila daltónico en pijama, con su gorrito y todo, tiene a los pobres elfos esclavizados todo el año en su taller. Y ni siquiera les paga.

Si los niños supieran…

“Jou, jou, jou…” Ríete gordo miope, pero que sepas que Mamá Noel está liada con el Rey Baltasar. Además, una asociación ecologista ha liberado a los renos. Esta Navidad vas a tener que enganchar  gatos al trineo, o tirar tú de él.

La ilusión de los niños “¡Ay qué ganas de que llegue Papá Noel!” “Mamá, ¿falta mucho para que vengan los Reyes?” Si los niños supieran quién les trae los regalos, iban a tener pocas ganas de portarse bien. Total, peores que los tipos que se los regalan, no van a ser.

Combatir el fuego con fuego

De hecho, parte de los niños van a ser nuestros aliados en la lucha. Concretamente, esos que le pidieron una bicicleta, un poni y la X-box a Papá Noel o a los Reyes y éstos, aduciendo que el nene había sido malo, le trajeron un jersey de lana, muy calentito, eso sí, o un montón de carbón.

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Lo que pasaba era que no les había dado tiempo a los elfos a fabricarlo todo, de un lado, o a los pajes a comprarlo, si el niño se lo había pedido a esa mafia del regalo que son los Reyes Magos. He dicho bien: mafia. Son capaces de influir en la demanda de uno u otro juguete y por lo tanto en su precio. Es que tienen un cuñado publicista.

E.P.U.C.A., medidas extremas

Pero el E.P.U.C.A. (Elfos y Pajes Unidos Contra el Absolutismo) va a hacer que todo cambie. De momento, ya les hemos pinchado las jorobas a los camellos y hemos sustituido las riendas del trineo por regalices.

Eso sí: el golpe de gracia llegará con una campaña publicitaria. En ella, haremos creer que en la Navidad se celebra el nacimiento de Cristo y (no es que seamos malos, es que hay que tomar medidas desesperadas) mentiremos a los niños diciéndoles que Papá Noel y los Reyes Magos son, en realidad… ¡Los padres!

Aunque no sé si se lo van a creer.

¿Y mi regalo, qué?

Bueno, ya están acercándose las Navidades, esas fechas tan entrañables y tan desquiciantes, donde las calles ya están iluminadas rebosando alegrías y prisas, en que vamos corriendo de un lado para otro buscando ese regalo adecuado para ese ser tan especial, pensando en qué se va hacer de cena, en los invitados, en el resto de los regalos, en la decoración de la casa, en como vamos a ir vestidos, en que …

¡Stop!

Paremos un poco. Respiremos. Sólo cinco minutos y pensemos con claridad… veamos cuales son las prioridades para estas fechas, ¿qué nos puede robar más tiempo? Los regalos, por supuesto.

¿Y mi regalo, qué?

Gracias a la tecnología, en la Red podemos buscar ese regalo que, a lo mejor, no se consigue con tanta facilidad, hoy en día hay una gran cantidad de páginas web que en estas fechas navideñas proporcionan una gran variedad de artículos en sus catálogos y con la gran ventaja de que llevan muchos años en el mercado.

Cantidad, variedad y calidad

Además, ofrecen durante todo el año al usuario todo tipo de géneros con una amplia variedad, para cumpleaños, aniversarios o para ocasiones especiales, con facilidades de pago, servicios personalizados, bonos o promociones y variedad de precios.

Podemos citar algunas de estas páginas web, por ejemplo: www.factoriaderegalos.com; www.yoquierounodeesos.com; www.megagadgets.es; www.curiosite.es o www.regalador.es, etc. Resérvate un día para revisar estas páginas, tómatelo con tranquilidad y filosofía y con la mente muy abierta. Lo más fácil es que consigas esos regalos especiales para tus seres queridos, e incluso para esos compromisos ineludibles, quedarás genial.

Busca, compara… y vuelve a comparar

Sobra decir que, como en todo, hay que comparar precios: todo depende del presupuesto que tengamos para gastar, pero lo que si es evidente, es que estas páginas nos pueden ahorrar tiempo y mucho dinero y así se tendrá más tiempo para el resto de los quehaceres navideños.

Es verdad que para estas fechas navideñas, hay infinidad de páginas que abren para un tiempo determinado, solo para Navidad, de modo y manera que si hay un problema, posiblemente no se pueda resolver porque hayan desaparecido.

Las que se han comentado anteriormente, llevan años en la red con experiencia y garantía, pero si hay dudas, lo mejor es hacer averiguaciones sobre estas páginas para poder informarnos mejor y quedarnos más tranquilos y satisfechos.

Pero no te olvides de alguien más especial que nadie, tú.  No sea que después de tanto correr te olvides de ti mismo (vaaale o misma) y tengas que decir ¿Y mi regalo, qué?

Dieciocho de Diciembre

El dieciocho de Diciembre es mi cumpleaños. Ejem. Por si cuela. Soy de esos pobrecillos que nacieron tan cerca de la Navidad que Papá Noel, los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez se hacen un lío descomunal y acaban por traerle todos un solo regalo. Uno chulo, habitualmente, para compensar, pero sólo uno-.

¡Pues ya está bien hombre! Yo quiero mi regalo de cumpleaños. No pido nada especialmente caro, ni siquiera ostentoso. Sólo quiero un detalle que demuestre que alguien se alegra de que lleve equis años por aquí, no que los Reyes Magos llevan visitándome equis años. No sé si se ve clara la diferencia.

B-Day Cupcakes

Me basta con… una “Singing Bird Pistol”. Nada, una fruslería: una pistola artesana de origen suizo confeccionada en 1820 por la Fréres Rochat con perlas y diamantes engarzados. Al dispararlas se asoma un pájaro con plumas reales que comienza a cantar moviendo sus alas.

¡Plumas fuera!

Parafraseando al maestro Gila: matar no matan, pero, ¿y lo que te ríes? Claro que pueden resultar un poquito caras para un servidor: unos cinco milloncitos de euros. Vale “un poquito caras” es un eufemismo que raya en la ironía. Cambio de planes.

Soy de la generación “Mazinger Z”: el mundo debería estar sembrado de mis puños si sólo la mitad de las veces que grité “¡Puños fuera!” éstos hubieran salido disparados. Por suerte, mis brazos siguen terminando en manos que a su vez están erizadas de dedos para poder escribir mi particular lista de cumpleaños.

Mazinger Z

El caso es que he visto por ahí una figura del susodicho robot, construida en titanio y fibra de vidrio, de 66 centímetros de altura cuyo valor ronda los 15.000 euros. 227,27 euros el centímetro. Tampoco es tanto, ¿no? ¿Cómo? ¿Muy caro?

“Conduciendillo”

A ver entonces qué te parece esto: un BMW Serie 6 (tranquilo: a escala) en el que, ciertamente, no quepo, pero que si lo haría cualquiera de mis “sobris” de entre 4 y 7 años. La versión de pedales cuesta 200 euros y la eléctrica 400. Es de plástico, recubierto de acero, y alcanza la friolera de cinco kilómetros por hora. Tiembla, Vettel.

De todas formas, y ya poniéndome serio, no me disgustaría recibir el próximo día 18, junto con la felicitación, un detallito. Es más: me gustaría incluso que fuera gratis: fruto del ingenio, de la paciencia o de haberse topado en Internet con una página de postales gratis.

Claro que, si recibo cualquiera de los tres primeros regalos, no seré yo quien se enfade.

¿Será…?

Se ha vengado el muy… de mi cuñado se ha vengado de todo cuanto digo de él. Como si fuera mentira. Encima, el muy ladino lo ha hecho al modo que más le gusta: con un regalo ¿Pues no va el muy… pestruzo y me regala un Jar-Jar Binks de tamaño natural?

El tipejo sabe perfectamente de mi aversión tan irritante ser que se encuentra dentro del, por otra parte, gracioso elenco de razas de la Guerra de las Galaxias. “Toma –me ha dicho-, ese marcianito del que tanto hablas, me imagino que te gusta”.

¿Será…

Un Jar-Jar Binks de metro noventa. Según lo estaba desenvolviendo, con una sonrisa beatífica, y un “graaaaaciaaasss”, ya estaba dándole vueltas a la vendetta. Quien está dispuesto a dar, lo está también a recibir…

Unos Reyes muy (ejem) especiales

Total: que me he dado una vueltecita por Internet y, mira tú por dónde que creo que los Reyes van a venir whathefuckeados para Angustioso Manfredo, que así se llama ese tío zote que pretende ganarme por la mano en mi propio terreno. De verdad que mi hermana tenía que llevar una cogorza descomunal cuando decidió casarse con… eso.

Con el colmillo más retorcido que un sacacorchos, he empezado a buscar ideas, y la primera que he visto me pareció estupenda: un precioso delantal en el que puede verse el cuerpo de Tarzán cubriendo el del portador. Pero lo he descartado: no expresa toda mi antipatía hacia el personajillo. Si encontrara uno con la imagen de un babuino hasta arriba de cerveza, podría ser. Pero no es el caso. Lástima.

Engañando a los sentidos

La segunda de las ideas me conquistó bastante más: un ratón para el ordenador en forma de tableta de chocolate. Tiene una ruedecita en la parte superior que es la hace que se mueva el puntero por la pantalla y, como se descuide un poquito, con lo goloso que es y la dieta a la que lo está sometiendo mi hermana, que pasa más hambre que si tuviera la boca cosida, le da un bocado al ratón.

Pero, claro, para que el regalo fuera efectivo necesitaría tener un ordenador, y, para él, eso es una tele con teclas. Claro que la tercera idea es una auténtica arma de destrucción masiva ¿No le ha dado ahora por tener siempre encima un mechero por si le piden fuego? (A este tipo, yo no le pediría ni que se fuera, pero en fin, hay gente pa’ to’).

Un regalo un tanto incómodo.

Pues te vas a hinchar, hombre: un mecherito de ocho por cinco por dos centímetros. Para que no lo pierdas y, si un día empiezas a fumar no tengas problemas para saber dónde está la llama. Eso sí: cuando quieras rellenarlo, busca una gasolinera con descuento.

Con todo, no estoy conforme: no he dado con el regalo “wtf” perfecto, ese que le haga rechinar los dientes y que, colorado por el esfuerzo de aguantarse las ganas de dirigir sus puños hacia la zona de mis sonrientes labios, masculle un “gracias” atragantado de bilis y lágrimas, según él, de emoción.

Un minúsculo trozo de vida

– Es lo que tiene el ser humano: que nunca tiene claro lo que quiere.

– Pero, -dijo Eleanor- ¿cómo puede ser que le gusten las dos cosas a la vez?

– Por cien años que viva –repuso Lawrence-, no lo voy a entender.

– Bueno, ya has vivido cincuenta, y no te haces media idea –se burló ella.

Aunque la broma había perdido toda su gracia, por haberse vuelto habitual, él sonrió. Se agradecía cualquier motivo de relax. Las últimas semanas, habían sido tensas. Desde que Henry se había ido a vivir con su pareja (a ambos se les hacía raro llamarla esposa, pues una boda por lo civil no acababa de hacer que estuvieran casados del todo a sus ojos), y habían decidido regalarle algo especial por su cumpleaños, no eran capaces de ponerse de acuerdo en qué comprarle.

The Old Jukebox

El padre tenía la idea de que el chico, de casi treinta años, pero chico, era un enamorado de la más puntera tecnología, visto que su habitación se encontraba absolutamente repleta ordenadores, tablets, iPad, iPod y algunos aparatos de los que sólo era capaz de decir que tenían una pantalla y se conectaban a Internet.

Su madre, en cambio, a pesar de saber de la afición de su hijo por la electrónica, las telecomunicaciones y cualquier aparato de última generación que pudiera permitirse, también había observado cómo el joven ampliaba la cada vez más importante colección de objetos de mediados del siglo pasado que atesoraba, ordenados en una estantería del sótano.

A lo largo de las semanas transcurridas desde que el hijo volara del nido, los padres, con la casa inusualmente tranquila, habían estado cavilando qué le podía gustar, ya que no necesitaba nada en concreto para un hogar perfectamente equipado con los regalos de boda.

Él, empeñado en no ver otra cosa que la faceta tecnológica de Henry; ella, inspirada por la colección de cafeteras, planchas, juguetes y algunas fruslerías más originarias los años 60… Habían llegado a pensar –y a descartar- hacerle dos regalos diferentes. Una fiesta un regalo. Era una costumbre que, en esa casa, no había cambiado nunca.

Mientras hurgaban en Internet, como cada día a esas horas, él sentado; ella de pie, mirando a la pantalla sin demasiado interés, ella hizo un gesto poco habitual, y más efectivo aun debido a la sorpresa que causó en su marido. Le asió con fuerza el hombro para avisarlo de que no abandonara la página que estaban viendo.

– Mira.

– ¿Qué tengo que mirar? Es una radio antigua.

– Lawrence –puso los ojos en blanco-: lee lo que pone.

– Radio Grundig modelo RF 160 del año 66 con un impresionante estilo ‘Madmen’…-masculló, mientras dejaba correr los ojos en diagonal por el texto- dos altavoces, aunque es mono… entrada auxiliar… conectar iPod o teléfono… onda corta y FM…

Al tiempo que leía, a Lawrence se le iba dibujando una sonrisa en los labios y en los ojos.

-Parece, querida, que no voy a necesitar otros cincuenta años para entenderlo del todo -dijo, mientras miraba entre nostálgico y orgulloso la foto de Henry.

Para los yayos

Tengo que confesar que hoy tengo el día un tanto nostálgico-tontorrón. Es de esos que están llenos de buenos recuerdos en los que los protagonistas son personas que ya no están, de modo que, para acabar de sumergirme en la memoria, voy a hablar de algunos regalos que me habría encantado darles a mis abuelos:

Y vamos a empezar por una radio que les habría venido muy bien cuando a mediodía ofrecían “el parte” (jamás llegaron a acostumbrarse a la palabra “informativo”). En este caso hablo de un aparatito que funciona sin pilas ni enchufes: a ellos les habría parecido magia, como poco. El gadget se recarga con el sol o, qué curioso, girando una manivela.

Para los yayos

Un mal que aqueja con frecuencia a las personas mayores son las descompensaciones de la tensión arterial. Si hubieran sabido manejar un iPhone (si, de hecho, hubiera existido cuando vivían), sin duda se habrían hecho con un tensiómetro inteligente para iPhone por 139 euros.

Pies y alma templados

Uno de los recuerdos que asocio con mi más tierna infancia es la de meter los pies, al acostarme, entre las piernas de mi abuelo (“el horno”). En honor a este recuerdo, comento que un buen regalo para una persona mayor es una bolsa de agua, forrada de lana roja y con un corazón banco. Son menos de quince euros.

Hablando de calorcito y comodidad: te sugiero la “Snug Rug Deluxe”, una slanket, o manta con mangas que permite que nuestros mayores se tapen con ella dejando los brazos libres para que los usen, por ejemplo, para abrazar a sus nietos (¿he dicho ya que estoy muy mimoso?).

Seguir algunas buenas costumbres aprendidas en los tiempos duros

Una de las marcas de quienes han vivido tiempos duros –y éste es, desde luego, el caso de mis abuelos- es que son gente ahorradora, de modo que me voy a extender un poco más en esta última sugerencia:

Se trata de una hucha-tarro cuenta-monedas. Cuesta sólo doce euros e incorpora en la tapa una ranura con un sensor de monedas de euro que contabiliza el dinero que hayamos ido introduciendo. Este gadget mostrará, sin necesidad de abrirlo, cuanto dinero tenemos ahorrado “por si vienen las vacas flacas”.

Aunque imita a forma de un tarro de cristal la hucha está fabricada en plástico duro, para evitar que se rompa fácilmente. Y es que ya no es preciso romper la hucha: basta con mirar su pantalla digital que, además, hará que nuestros invitados se animen a echar una monedita, sólo por ver cómo funciona tan curioso invento.

En fin, quede dedicado este artículo a esas personas sencillas, de gran corazón, honradas, trabajadoras, pacientes y amables. Un beso, abuelos.

Regalos que no deberíamos hacer

Si queremos evitar caras de póker o sonrisas que sólo enseñan los dientes, existen una serie de regalos que no deberíamos hacer. Vamos a suponer que es el cumpleaños de tu pareja. A la que quieres mucho y deseas complacer ¿Cómo no alegrarle el día?

Si has pensado en comprarle una prenda de ropa, un jersey, un pantalón… ten cuidado. Asegúrate primero de qué le gusta y qué no. Poco importa que sepas de su estilo: al igual que tú y que yo, es un ser humano, y por lo tanto, de naturaleza contradictoria. Lo que creas que va a encantarle, puede parecerle horrible y te habrás ganado una sonrisa falsa y un “que boniiitoo m’encaaantaaa”.

Regalos que no deberíamos hacer

Con el añadido de que te puedes equivocar de talla. Obligarás a la persona a cambiar la prenda y a saber algunos datos que las buenas costumbres impiden que se conozcan, como el precio del obsequio.

Lo personal debe comprárselo la persona

Otro detalle que tampoco es bueno regalar es un perfume. Se trata de una elección muy personal, de modo que no es recomendable elegir por alguien, salvo que estemos muy seguros, y aun así, esa seguridad debería provenir de que, unos días antes, pasando ante la perfumería, tu pareja dijera algo como “Me encanta ‘Eau de Oh’. Por cierto, pasado mañana es mi cumpleaños”. Ya sabes: el ser humano y su naturaleza contradictoria.

Más regalos equivocados: cualquier útil de trabajo. Salvo que nos lo pidan expresamente, regalar una herramienta de trabajo a alguien es decirle que lo queremos porque trabaja en lo que trabaja. Además, se trata de proporcionarle placer, no más trabajo –salvo que su trabajo sea también un placer-.

Piensa: exprímete las neuronas y la imaginación

Si te he destrozado todas las ideas para ese día especial… me alegro. Piensa. Existen muchos regalos con los que complacer a alguien y que están ahí, esperando a que los veas y decidas que son ideales. No tienes por qué gastarte el sueldo de todo un año, ni recorrer siete países y tres continentes para dar con ellos.

Sólo piensa cómo es esa persona, cuáles son sus gustos, sus aficiones… De este modo, evitarás cometer el más grande de los errores:

Sea para tu pareja, algún familiar, amigo, conocido compañero o quienquiera que sea o la relación que tengas con esta persona, regálale de acuerdo a sus gustos. Si no estás seguro de conocerla a fondo, investiga, pregunta, indaga, averigua… Pero no le compres lo que te gustaría que te regalasen a ti.

Un regalo felino

No siempre es fácil acertar con los regalos. Es un de esas verdades en las que estamos todos de acuerdo. Pero también es cierto que hay regalos que raramente fallan, sobre todo si el destinatario no puede hablar. Y dudamos mucho de que un gato vaya a quejarse de qué le entregamos como obsequio.

Tal vez su dueño nos tache de cutres o de horteras, pero el minino estará, seguro, encantado o, como poco, no dirá nada. Se trata de que regalemos algo que el dueño perciba como útil y que esa utilidad tenga que ver con el felino.

¿Que qué puede ser? Pues busquemos algunos ejemplos, como el primero que se me viene a la mente: un aseo para gatos. Deja de frotarte los ojos. Has leído bien: un aseo, un excusado, un retrete para gatos.

Evitar olores y suciedad nunca fue tan barato

El caso es que quien convive con un animal de este tipo lo va a encontrar, con toda seguridad, muy útil. Se trata, ni más ni menos que de una caja de plástico con un filtro de carbono activo que recoge… Bueno, dejemos que la imaginación trabaje un poco. El precio del gadget es de 25,24 euros.

Pero hemos comenzado por lo que sería el final del proceso. Lo ideal sería que hubiéramos empezado por la comida, no por eso en lo que el gato la transforma al cabo de unas horas (¿qué milagroso proceso transforma un pienso que huele así de bien en… eso?).

Comer, beber, rascar

La comida. Un fantástico conjunto de comedero y bebedero en un solo objeto. Está fabricado en plástico y cuesta en torno a los 15 euros ¿Cómo? ¿Que el dueño del gato ya tiene comederos, bebederos, cajas de arena y cepillos como para montar una tienda de mascotas? Bueno, pues nos vamos a poner originales.

Le vamos a regalar al gato de tan previsor dueño algo que ni siquiera se esperaba que existiera. Unas… uñas postizas para gatos. Cesen las risas. Existen: yo mismo las he visto con estos ojitos que se ha de comer la tierra.

Por una vez, no es para burlarse

El complemento en cuestión tiene  la misma forma que la garra del gato, pero es algo más grande y transparente, de modo que puede pintarse. Si a primera reacción que has tenido es similar a la mía, te diré que te equivocas: no es ninguna estupidez. Tiene su utilidad.

Los gatos que, por el motivo que sea, no pueden zaparse las garras acaban teniendo graves problemas con ellas. Bueno: son los muebles los que tienen problemas. De este modo, hay que extirpárselas… o enfundárselas, que es exactamente la idea de estas uñas postizas.

Como ves, no todos los regalos para mascotas son gadgets superfluos: algunos pueden ahorrarnos un buen dinero, un gran disgusto y una descomunal reprimenda a un animal que lo único que ha hecho es seguir su instinto.

Ceros y unos

Como dijo don Miguel de Unamuno, desencantado con el país que le tocaba sufrir: “¡Que inventen otros!”. Y yo lo llevo a rajatabla, sobre cuando de informática se trata: reconozco que soy un perfecto analfabeto digital, de modo que cualquier idea novedosa que se me ocurra sobre bits, megas o gigas se parecerá más a la literatura fantástica que a cualquier otra cosa.

Por suerte, otros han inventado por mí, y lo han hecho muy bien, con que puedo darme el gusto de sugerirte unos cuantos, como poco, llamativos y, si me preguntan a mí, útiles ingenios. Claro que es preferible que lo juzgues tú mismo.

Comencemos por el “Lok-iT”. Lo que a mí me parecía un mando a distancia o un móvil sin pantalla, resulta que es un pen drive codificado. Como el codificador es externo y físico, es inmune al spyware y a los registradores de claves.

Un pen drive seguro

De hecho, antes de conectar el gadget en el puerto USB, debemos introducir la clave para desbloquearlo en su teclado. Al desconectarlo, se bloquea automáticamente. El útil funciona con cualquier aparato de oficina y sistema operativo. Sencillamente, ideal.

Otra idea: se llama FLEX ZAGGKeys y es un teclado con Bluetooth que está pensado específicamente diseñado para usarse con tablets, sean estas iOS o Android. También puede usarse con un teléfono inteligente. A pesar de ser más pequeño que un teclado normal, la rigidez de las teclas de que es amplio  ayuda a teclear más rápido.

Un teclado chiquitito, pero mat… útil

Este teclado posee una serie de teclas especiales de función que permiten el acceso a las utilidades principales desde él. Funciona con una batería interna de polímero de litio que ofrece varios meses de uso entre una y otra carga.

Tenemos en pen, tenemos el teclado y vamos a terminar con el ratón. Concretamente, vamos a echarle un vistazo al Explorer Touch Mouse, un inalámbrico de tamaño medio con un perfil plano que o hace perfecto para llevar en la bolsa del ordenador portátil.

¿Esto es sólo un ratón?

El ratón se complementa con el sensor BlueTrack de Microsoft, pensado específicamente para deslizarse por superficies rugosas o brillantes sin problemas de movilidad ni saltos del puntero. Este sistema triunfa allí donde cualquier sensor láser fracasa estrepitosamente.

Además, en lugar de ruleta de desplazamiento posee una tira de tacto metálica que vibra para simular los clics de la tradicional ruedecita y que es mucho más fácil de limpiar que ésta. Se conecta a cualquier ordenador mediante su nano transmisor-receptor que se conecta a un puerto USB.

¡No te quedes sin batería!

Las ideas que hoy traemos harían evitado más de una discusión y más de una apuro. Cada día depositamos una pare más importante de nuestra vida en los teléfonos móviles. Desde que nos despertamos hasta que nos acostamos, el móvil nos dice que es la hora de levantarnos, que hemos quedado con alguien, y hasta el tiempo que nos espera a lo largo de la jornada o lo que ha ocurrido en el mundo.

Ahora bien: el drama comienza con un bip-bip, o el sonido con el que el teléfono nos avisa que debemos conectarlo a la red eléctrica para que se recargue. Uno de los problemas surge cuando no hay suficientes enchufes o no podemos desplegar demasiados cables allí donde nos encontramos, con alguien que también necesita recargar su aparato.

Para recargar el teléfono el iPad/Pod, la PDA… podemos recurrir al multicargador Messless (“Sin desorden”, literalmente). Elegante en su sobriedad, disponemos de cuatro clavijas y múltiples adaptadores para recargar hasta cuatro tipos de gadgets diferentes a la vez. El precio es de 64,9 euros.

Un salvavidas “AA” pilas

Hemos habado también de salir de un apuro, y es que supone un verdadero apuro ir por la calle o estar en un sito donde no disponemos de enchufes o de nuestro cargador y quedarnos sin batería. Ningún problema. He aquí un cargador portátil en cuyo interior sólo tenemos que poner una pila AA.

Es cierto que sólo nos sirve para salir de la urgencia, pero menos es nada. Incluye también adaptadores para rodo tipo de móviles –Apple incluido- y veremos cómo se enciende un LED rojo cuando el teléfono se está cargando. Un salvavidas por sólo 9,95 euros.

Una maravilla para Apple

Y vamos a terminar el repaso a los gadgets de hoy con una joyita: se llama Black Diamond (“Diamante negro”) y es una maravilla que pasa con mucho de ser un mero cargador para iPhone.

Se trata de una muy moderna lámpara sensible al sonido y capaz de crear una amplia gama de efectos de luz. Basta con descargarse la aplicación –gratuita- desde a App Store e iluminar nuestra casa. El diamante también funciona como despertador, reproductor de música… Más, mucho más que un cargador de móvil por 99 euros.

Ahora, si la persona a quien vas a hacerle un regalo no te contesta al teléfono que sea porque la has enfadado por algún motivo, no porque no pueda contestarte debido a que se ha quedado sin batería.

Más regalos para que se lleven los invitados de nuestra boda

La verdad es que el último artículo nos supo a muy poco. Estábamos dándole vueltas a qué regalarle a esos que se hacen llamar amigos y que, tras gastarnos ciento y pico euros en un cubierto para que salgan satisfechos de nuestra boda, nos lo agradecen tapiándonos la puerta de nuestra casa. Graciosos, los chicos.

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Los regalos más caros para él

Por aquello de “dar contraste”, y porque no nos cae tan mal nuestro cuñado como a veces damos a entender, vamos a cambiar radicalmente de tercio y vamos a hacerle un regalo que no olvide nunca ¿Qué le vamos a regalar? Pues nada, un fruslería: alguno de los regalos más caros del mundo… Somos así: generosos.

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Comercio justo, regalos solidarios

¿Te has planteado alguna vez hacerle un regalo a dos personas a la vez? No se trata de tener el mal gusto de regalarle una pulsera a alguien, quitársela y dársela a otra persona. Se trata de que ese abalorio suponga un regalo para alguien a quien conoces y su compra signifique una vida mejor para quien lo ha elaborado.

Eso es: hablamos de comercio justo. La idea de este tipo de tiendas es que quien haya fabricado el producto reciba un pago justo con respecto a su posterior precio de venta, transacción que habitualmente se produce en países más poderosos económicamente. Las ventajas para una y otra parte son evidentes:

Por parte del comprador, se asegura de obtener una pieza auténtica, manufacturada en el país y por las personas que se indica, además del beneficio moral de estar ayudando a un semejante. Y, si atendemos al productor, lo que este obtiene es un precio justo por su trabajo, que permite mejorar su nivel de vida, así como controlar lacras como la que supone el trabajo infantil, por ejemplo.

Para todos los gustos y para bien de todos

Normalmente, en este tipo de tiendas, es habitual encontrar productos hechos a mano, bisutería, ropa, alimentación… ideas, en casi todos los casos, perfectas para un regalo. Veamos alguna en concreto, que nos ha parecido especialmente adecuada:

Si nos gusta regalar artesanía, y que ésta sea, además, auténtica, podemos ofrecerle una pulsera que Unicef vende como la “Pulsera de la Amistad Mundial”, por sólo quince euros en su página web. Además, sus muy variadas cuentas reflejan también la amplitud del trabajo de esta organización no gubernamental.

¿Un cafecito?

Cambiamos de tercio: en lugar de adornarnos, vamos a tomar un café. Provenga de Centroamérica o provenga de África, Intemon Oxfam ofrece a los productores un precio más alto que el que le dan los intermediarios habituales. Con ello, de nuevo hablamos de mejoras en la calidad de vida y de independencia para que los niños puedan dedicarse a lo que deben: prepararse y garantizar al mundo un futuro mejor. Si, además, es un delicioso café ecológico, mejor que mejor.

Podemos seguir hablando de chocolates, ropas y otra muy amplia gama de regalos que ofrecen tanto las tiendas de organizaciones no gubernamentales como otras que no usan el nombre de organización alguna, aunque su filosofía sea exactamente la misma. Queda demostrado, pues, que se puede hacer un regalo a dos personas a la vez, por no hablar de que es el mundo entero el que recibe tal presente.

Cualquier día es bueno para un regalo

Celebremos San Hoy. Ya está bien de esperar a San Valentín para regalarle algo a tu pareja o a que llegue San José para agasajar a papá. Rompamos con la esclavitud que nos marca el calendario y hagamos el regalo que sea a quien sea y, sobre todo, cuando sea.

Se trataría de sorprender a alguien con un detalle que no se espere. Es por eso que, ya que lo tomamos por sorpresa en cuanto a la fecha, vamos también a tratar de sorprenderlo por lo que se refiere al regalo en sí.

Regalos

La primera de las ideas se refiere a un regalo tierno, socorrido cuando se trata de quedar bien, por ejemplo, con una pareja en San Valentín y no hemos sido capaces de comprar con tiempo. Pero todo un “detallazo” el día de San Hoy: un osito de peluche vestido con una camiseta en la que habremos solicitado que se imprima nuestro mensaje.

Para la ocasión vale desde el socorrido “Te quiero” hasta “acuérdate de mí”, o cualquier frase que tenga algún significado para ambos. A este respecto, ya adelantamos que en próximos artículos hablaremos de frases impresas o grabadas.

Volando a ras del suelo

Pero ahora prima la originalidad. Y original, a la vez que emocionante puede ser una vuelta a un circuito pilotando un Ferrari –o dejando que un profesional lo haga por nosotros-. Por doscientos cuarenta y nueve euros podemos sentir un v8 de cuatrocientos noventa caballos acelerando hasta casi los trescientos kilómetros por hora en un circuito de competición.

Claro que no todos los días podemos gastarnos casi doscientos cincuenta euros y, como estamos hablando de obsequios “de diario”, vamos con uno más económico y a que, a su vez, quien lo reciba va a sacar más utilidad. Por entre quince y veintiún euros podemos personalizar la carcasa de un móvil y regalársela a quien queramos, para que, cada vez que llame o lo llamen vea esa foto o lea ese mensaje que le recuerde que alguien lo quiere.

La magia de la fotografía

La última de las sugerencias, aunque caben muchas más, se refiere a otro objeto útil y personalizado: un cojín con una fotografía impresa: por unos veinticinco euros, podemos regalare la misma foto de la carcasa de párrafo anterior u otra diferente a esa persona con la que queremos celebrar que hoy es la víspera de mañana.

Como siempre, la lista queda abierta: no hemos hecho más que insinuar un camino que tú has de seguir, sobre todo si quieres tener un detalle con quien ha sido tan amable de existir.

El regalo clásico siempre funciona

Para todos y para todos los precios, los regalos clásicos suponen una manera excelente de quedar muy bien para quien los da y de contentar a quien los recibe. Cualquier ocasión es buena para entregar un regalo a alguien que queremos:

Tanto da un santo, un aniversario, un cumpleaños… o que el día esté nublado. El caso es que esa persona a la que queremos sea feliz. Vamos con unas cuantas sugerencias en este aspecto, regalos que se han hecho mil veces y que, si el receptor no los tiene, agradecerá:

un clásico

Perfumes y complementos: acierto seguro, si conocemos a la otra persona

Y el clásico entre los clásicos es el perfume. Por muy personal que sea su elección, siempre barajamos esta opción cuando deseamos agasajar a alguien. Lo bueno del perfume es que encontraremos una amplísima gama, tanto para señora como para caballero, de modo que, Chanel Nº 5 para ella; y Don Algodón para él (cierto: no le hemos dado demasiadas vueltas).

Un regalo que siempre supone una alegría recibir es un complemento. De nuevo, dividamos las posibilidades en dos y regalémosle a ella un bolso que demuestre que conocemos sus gustos o a él una corbata que combine con su traje favorito.

Solidarios y atractivos

En cuanto al bolso, vamos a sugerir, de nuevo, sólo uno: vamos a recurrir a los servicios de una tienda de artesanía, a regalar un objeto cásico que no tenga nadie más. Tal vez, incluso, uno proveniente del comercio justo, que nos permita sentirnos bien por doble parte.

Por lo que respecta a la corbata, de nuevo nos encontramos con tantos gustos como personas. Y de nuevo, por tal motivo sólo vamos a hablar de una, para que su mención sea más ejemplo que sugerencia: una maravilla en seda de Pedro del Hierro, elegante y atractiva con la que cualquier portador ganará en categoría y presencia.

La relojería nunca falla

Seguimos descolgándonos por los clásicos, sin abandonar los complementos: hablamos ahora de relojes. De nuevo, el problema se centra el elegir cuál, vista la tremenda gama tanto para él como para ella.

Esta vez vamos a ser caprichosos y a dejarnos un buen dinero: el caballero adornará su muñeca con un Rolex Yacht Master II. De oro, por no encarecerlo más, símbolo de estatus para quien lo desea y de precisión y funcionalidad para quien lo usa.

En cuanto a ella, le regalaremos un Limelight de Piaget, de acuerdo, no tan ostentosamente caro como el Rolex que le hemos regalado a él, pero, como poco, igual de elegante, además, claro está, de lo funcional de la marca, que es, también, muy importante.

Si nos paramos a contar, apenas sí hemos escarbado en la inmensidad del mundo del regalo clásico. Porque esa era la idea, limpiar apenas la superficie, de modo que, quien venga detrás apenas tenga que hacer esfuerzo por hallar una vía que discurren por el textil, la joyería, la marroquinería… Son muchos caminos, pero muy difícil perderse.

Regalos de aniversario (para ella y para él)

Aunque llevemos cinco años con nuestra pareja (o precisamente por ello), no siempre es fácil dar con el regalo perfecto para un aniversario. Obviamente, depende de cómo es la otra persona, de la naturaleza, más o menos romántica, estable, tranquila… de la relación y de muchos otros factores. Pero el presente ha de estar ahí, después de la cena, entre sonrisas y palabras dulces.

Las ideas que aquí se presentan son sólo eso: ideas, que cada uno ha de adaptar a su situación, de modo que apenas será útil este artículo a quien no sepa cómo es y que espera de él –o de ella- su pareja.

para ella y para él

Para ella, para nuestra joya, nuestra paz y descanso

Comenzaremos por un par de regalos para ella: y vamos a quedar estupendamente con una fruslería, un anillo o una sortija. La gama es amplísima, para todos los gustos y bolsillos: desde metales como el acero o incluso materiales plásticos –en todo caso tampoco nos pasemos con lo de la austeridad- hasta maravillas de oro o titanio con todo tipo de piedras preciosas incrustadas.

El presupuesto depende del gusto de nuestra chica y de la salud de la cuenta corriente: podemos pagar un euro o gastarnos los más de cinco millones y medio que vale el anillo más caro del mundo. Entre uno y otro, existen modelos y precios.

Una segunda idea que, sin duda, nos agradecerá mucho es la de un cheque regalo para gastar en un spa. Que durante un fin de semana la mimen con todo tipo de atenciones: masajes, baños termales, peluquería, manicura… Que la traten como a la reina que es.

El regalo para alguien por quien estamos levitando todo el tiempo

Ahora, para él. Y vamos con un clásico: el reloj. Puede no ser el regalo más romántico del mundo pero pocos hombres podrían evitar caer rendidos a los pies de una dama que les ponga en la muñeca un “Octo” de Bulgari.

Otra buena idea es regalarle a un chico un gadget. Cualquiera, siempre que hablemos de tecnología punta y pueda darle envidia a sus amigos, desde un helicóptero a radio control hasta un “superlevitador”, que no deja de ser una bola de núcleo metálico, suspendida por medio del electromagnetismo, sobre una base imantada.

En todo caso, el regalo ha de ir más allá de su utilidad o de su precio. Cuando uno le regale algo a su pareja, sea lo que sea, en el objeto ha de ir un trocito de corazón y en la mirada o los labios, una gota de miel.