Lo que no debemos regalar

No importa el motivo por el cual se deba hacer un regalo, navidades, cumpleaños, aniversarios y demás, hay regalos que ni se deben ni pensar, ni mirar, ni buscar  a menos que lo pidan explícitamente por necesidad o algún otro motivo.

Sabemos que los típicos regalos de siempre son las colonias, las corbatas, los pañuelos, etc., podría pasar si este típico regalo fuera expresamente un compromiso y para una persona que no conoces bien y que no puedes eludir, pero para un amigo/a del alma o para un familiar o para tu pareja, rómpete un poco la cabeza y piensa que le puede hacer más ilusión.

Jack Russell cake

Los regalos que nunca, oye bien, nunca debes regalarle a las mujeres de tu entorno o familiares, serian los electrodomésticos, un libro de recetas, un delantal, un paraguas, una plancha, una bascula, o cualquier otra cosa que puedan molestarlas, es verdad que a veces tienen de todo, pero hay que pensar un poquito más para poder ilusionarlas.

¡Basta de lo de siempre!

Para los hombres de tu entorno o familiares, por favor no más calcetines, ropa interior, corbatas, colonias o productos de aseo personal, caja de herramientas (y encima no es un manitas) ¡no!, por favor quiébrate un poco más la sesera y piensa que le puede hacer ilusión.

Para los niños de tu entorno o familiares, aquí entramos en el meollo del asunto, casi todos los niños tienen de todo, tal son los casos que a veces los regalos les llegan repetidos, todo depende de la edad del “pichurro”, eso si, no se les ocurra jamás de los jamases de regalarles una mascota, a no ser que el “pichurro” en cuestión sea muy responsable, (que los hay)…

… Porque sabemos muy bien, que al principio les hará muchísima ilusión, pero a la larga son los adultos quien tienen que cargar con cuidarlos, darles de comer, sacarlos (si fuera un perro), llevarlos al veterinario, bañarlos y un sinfín de tareas más.

Responsabilidades, responsabilidades, responsabilidades…

Es verdad que una mascota ayuda a que el niño tome ciertas responsabilidades ante la vida, si le regalamos una mascota hay que enseñarle ante todo que no es un juguete, que es un ser vivo, que necesita cariño y cuidados.

Sabemos que a veces hacer un regalo entraña cierta responsabilidad, normalmente uno quiere quedar bien delante del obsequiado, sea para la ceremonia que sea y a veces nos molesta dedicar un tiempo en buscar algo que sea preciso, precioso, necesario y que además ilusione.

Va a ser sonado

Sigo rumiando la venganza. Después de que mi cuñado me regalase un Jar-Jar Binks gigante –toda figura de tan repulsivo e irritante bichejo que supere el medio milímetro debería considerarse gigante-, sigo dándole vueltas a cómo devolverle el favor. Y, aunque debería poner la otra mejilla, no voy a hacerlo, no sea que me regale entonces un Jabba the Hutt. Que nos conocemos…

 

Y, he pensado que, ya que no consigo encontrar la forma de devolverle favor por favor, voy a adoptar una táctica de guerra que ya los romanos dominaban: en lugar de enfrentarme al enemigo, aliarme y apoyar a su rival.

Resulta que mi cuñado tiene un vecino con el que no acaba de llevarse muy bien. Por lo que parece, mi familiar político es un ultra del Villacoscorros C.F. y su vecino lo es del Real Cascameniscos. Dos rivales eternos. Cada vez que gana el uno y pierde el otro, las plantas del balcón pagan las consecuencias.

Soy malo y retorcido

Atentados ecológicos aparte, el vecino, Feliciano García es buena gente: no soporta a mi cuñado. Y lo voy a aprovechar sobornándolo con regalos  navideños que, a su vez, molesten al cretino que se nos ha colado en la familia.

Había pensado en una vuvuzela, esa maldita trompeta de plástico capaz de reventar tímpanos en un radio de cincuenta metros a la redonda y audible a través de las paredes de un búnker. Por diez eurillos, Feliciano podría celebrar los goles de su equipo de forma un tanto… sonora.

La venganza va a ser sonada

Pero me ha parecido, además de un tanto cutre, insuficiente. De este modo, se me ha ocurrido que es mejor regalarle un buen equipo de sonido, de forma que cuando marque su equipo pueda subir el volumen un poco por encima de lo soportable para el oído humano. Y me he puesto a buscar.

… Y los he visto. Bueno. Es sólo uno, pero no hace falta más: ciento dos kilos. Rango de respuesta de 40 a 20.000 hertzios. 28 elementos (altavoces) integrados. 125 vatios en fila india y marcado el paso…

Conéctese al iPod, regúlense los bajos a tope y el volumen al máximo. Destrócese la salud nerviosa de mi cuñado.

Voy a ver cómo está de viva mi cuenta bancaria, ya que el juguetito cuesta entre tres mil y cuatro mil quinientos euros. Pero, si es preciso, pido un préstamo. Feliciano se va a preguntar por qué lo quiero tanto de repente y por qué se ha vuelto tan generoso Papá Noel. Y mi cuñado va a recibir una sonora derrota.

Querido Papá Noel:

Querido Papá Noel:

¿Cómo estás? Espero que bien. Yo, esta Navidad, espero tu llegada con ilusión, porque he sido un niño muy bueno.

Este año he estudiado mucho, aunque la clase de Lengua me la ha dado el profe de Música y la de Inglés el de Manualidades, de modo que no sé lo que es sintagma nominal, pero me he aprendido muy bien la canción de “Todo está en los libros”. Y en inglés ya sé decir “pencil”, “paper” y “paint”… ¡Ah! Y “my Taylor is rich”. No está mal, ¿eh?

Además, el bedel del cole nos ha dado la clase de Historia, y me he ganado un diez cuando en el examen he dicho que Franco era un señor bajito que salía en las monedas de peseta (sea lo que sea la peseta, que yo creo que era la consola que había antes de la PlayStation), y que si levantara la cabeza, -Franco, digo, no la peseta- se haría un chichón con la tapa de la tumba.

Y estoy seguro de que habría aprendido a contar hasta cien sin calculadora si la profe de mates no se hubiera puesto enferma tantas veces, pero yo la entiendo: tenía que sacarse un sobresueldo trabajando de gogó para llegar a fin de mes y muchos días aparecía en clase con el uniforme de trabajo. Y como este año nos tocaba la calefacción un día de cada cuatro, pues… Bueno. Paciencia. Ya aprenderé en la universidad, si mis papis pueden pedir otro crédito.

He ayudado mucho en casa

Pero te estaba diciendo, Papá Noel, que he sido un niño muy bueno. He ayudado a mis papis en la mudanza cuando vinieron a casa unos señores muy antipáticos y nos dijeron que nos teníamos que ir. Aún no sé por qué, pero papá, cada vez que pasa delante del banco, le tira una piedra a los cristales. Yo le digo que no lo haga, que lo vas a dejar sin regalos, pero él como si nada.

Sin embargo, yo sí que me he portado muy bien. Fíjate que hasta he cuidado de mamá, que se ha puesto malita. Íbamos a llevarla al hospital, para que se curase, pero es que nos salía más barato, decía papá, enviarla a un balneario.

He cuidado a mi mamá

El caso es que, teniéndola en la cama y curándola con medicinas caseras (¡cualquiera las compra en la farmacia, si queremos, además, comprar comida!, dice mi hermana, que es la única que tiene trabajo: de alargadora de cola en el INEM, algo así), la hemos curado, a la pobre.

Santa Watching

Papá Noel: he sido un niño bueno. Y soy tan bueno que te voy a pedir un regalo para mi familia quiero cuatro billetes de ida a un país donde los que mandan no se rían de ti, donde aprender y curarte sea tan importante que sólo pagues si quieres pagar. Donde quien manda no es un banquero sino un señor a que han elegido entre todos los mayores…

Atentamente:

Paquito.

P.D. Mi papá también te pide una escopeta, pero mejor no se la traigas, no sea que la quiera para cazar uno de tus renos, porque dice que aún no sabe qué vamos a comer estas Navidades.

A Papá Noel le gustan los videojuegos (de estrategia)

No cabe duda de que la oferta de ocio de los últimos años pasa por el mercado del videojuego, sea en la plataforma que sea. Pocos son los menores de cuarenta años que, de una u otra forma, con mayor o menor intensidad no se han dejado seducir por los juegos electrónicos. Comenzamos aquí una serie de artículos en los que iremos sugiriendo diferentes juegos, agrupados por género para que Papá Noel tenga algunas ideas más estas Navidades.

Este primer artículo se refiere, como podemos intuir por el título, al género de la estrategia, pensado para quienes les gusta pasarse horas delante de la pantalla, exprimiéndose las meninges para ganar una batalla, conquistar un país o construir el imperio más próspero de la Historia.

Haciendo crecer los pueblos

Me gustaría empezar, más que con una novedad, con un clásico que me alegró la adolescencia: la saga de “Age of Empires”. En el juego tomamos el control de una civilización, nación o imperio, según de qué parte de la serie hablemos y hemos de hacerla evolucionar social, científica y militarmente a través del tiempo. Horas y horas construyendo infraestructuras, recolectando, cultivando, entrenando ejércitos…

Pero no todo va a ser construir y declarar guerras entre ejércitos: un juego menos orientado a la batalla y más hacia darle vueltas a la estrategia de cómo ganarla es “Nexus”. Y una variante de éste que consiste en disponer a los luchadores uno por uno es el que supone la saga “Commandos”.

Juegos de mayor reflexión

Hasta aquí, la variedad de los juegos llamados de estrategia en tiempo real, en los que, mientras tú actúas lo está haciendo tu rival. Pero existe otro tipo de juegos, si cabe, más pausados, una especie de ajedrez llevado a la complicación máxima, al menos en lo visual: los juegos de estrategia por turnos.

Den entre éstos, subrayaré uno que es también un clásico, a pesar de que parece que con el tercer elemento de la saga alcanzaba ya su cénit. Se trata del divertidísimo “Heroes of Might and Magic”. Espadas, dragones, hechiceros, elfos, no-muertos y un mundo imposible que nos absorberá por completo.

Podríamos seguir repasando títulos, sagas e incluso una buena cantidad de novedades para este año, pero me conformo con darte algunas pinceladas sobre algunos clásicos que, por serlo, es fácil que encuentres a un precio bastante razonable. Se trata de pensar, a veces rápido y otras con más calma, qué hacer para superar a la máquina.

Pero si no te apetece pensar, no te preocupes: existe otro tipo de videojuegos.

¿Y mi regalo, qué?

Bueno, ya están acercándose las Navidades, esas fechas tan entrañables y tan desquiciantes, donde las calles ya están iluminadas rebosando alegrías y prisas, en que vamos corriendo de un lado para otro buscando ese regalo adecuado para ese ser tan especial, pensando en qué se va hacer de cena, en los invitados, en el resto de los regalos, en la decoración de la casa, en como vamos a ir vestidos, en que …

¡Stop!

Paremos un poco. Respiremos. Sólo cinco minutos y pensemos con claridad… veamos cuales son las prioridades para estas fechas, ¿qué nos puede robar más tiempo? Los regalos, por supuesto.

¿Y mi regalo, qué?

Gracias a la tecnología, en la Red podemos buscar ese regalo que, a lo mejor, no se consigue con tanta facilidad, hoy en día hay una gran cantidad de páginas web que en estas fechas navideñas proporcionan una gran variedad de artículos en sus catálogos y con la gran ventaja de que llevan muchos años en el mercado.

Cantidad, variedad y calidad

Además, ofrecen durante todo el año al usuario todo tipo de géneros con una amplia variedad, para cumpleaños, aniversarios o para ocasiones especiales, con facilidades de pago, servicios personalizados, bonos o promociones y variedad de precios.

Podemos citar algunas de estas páginas web, por ejemplo: www.factoriaderegalos.com; www.yoquierounodeesos.com; www.megagadgets.es; www.curiosite.es o www.regalador.es, etc. Resérvate un día para revisar estas páginas, tómatelo con tranquilidad y filosofía y con la mente muy abierta. Lo más fácil es que consigas esos regalos especiales para tus seres queridos, e incluso para esos compromisos ineludibles, quedarás genial.

Busca, compara… y vuelve a comparar

Sobra decir que, como en todo, hay que comparar precios: todo depende del presupuesto que tengamos para gastar, pero lo que si es evidente, es que estas páginas nos pueden ahorrar tiempo y mucho dinero y así se tendrá más tiempo para el resto de los quehaceres navideños.

Es verdad que para estas fechas navideñas, hay infinidad de páginas que abren para un tiempo determinado, solo para Navidad, de modo y manera que si hay un problema, posiblemente no se pueda resolver porque hayan desaparecido.

Las que se han comentado anteriormente, llevan años en la red con experiencia y garantía, pero si hay dudas, lo mejor es hacer averiguaciones sobre estas páginas para poder informarnos mejor y quedarnos más tranquilos y satisfechos.

Pero no te olvides de alguien más especial que nadie, tú.  No sea que después de tanto correr te olvides de ti mismo (vaaale o misma) y tengas que decir ¿Y mi regalo, qué?

Dieciocho de Diciembre

El dieciocho de Diciembre es mi cumpleaños. Ejem. Por si cuela. Soy de esos pobrecillos que nacieron tan cerca de la Navidad que Papá Noel, los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez se hacen un lío descomunal y acaban por traerle todos un solo regalo. Uno chulo, habitualmente, para compensar, pero sólo uno-.

¡Pues ya está bien hombre! Yo quiero mi regalo de cumpleaños. No pido nada especialmente caro, ni siquiera ostentoso. Sólo quiero un detalle que demuestre que alguien se alegra de que lleve equis años por aquí, no que los Reyes Magos llevan visitándome equis años. No sé si se ve clara la diferencia.

B-Day Cupcakes

Me basta con… una “Singing Bird Pistol”. Nada, una fruslería: una pistola artesana de origen suizo confeccionada en 1820 por la Fréres Rochat con perlas y diamantes engarzados. Al dispararlas se asoma un pájaro con plumas reales que comienza a cantar moviendo sus alas.

¡Plumas fuera!

Parafraseando al maestro Gila: matar no matan, pero, ¿y lo que te ríes? Claro que pueden resultar un poquito caras para un servidor: unos cinco milloncitos de euros. Vale “un poquito caras” es un eufemismo que raya en la ironía. Cambio de planes.

Soy de la generación “Mazinger Z”: el mundo debería estar sembrado de mis puños si sólo la mitad de las veces que grité “¡Puños fuera!” éstos hubieran salido disparados. Por suerte, mis brazos siguen terminando en manos que a su vez están erizadas de dedos para poder escribir mi particular lista de cumpleaños.

Mazinger Z

El caso es que he visto por ahí una figura del susodicho robot, construida en titanio y fibra de vidrio, de 66 centímetros de altura cuyo valor ronda los 15.000 euros. 227,27 euros el centímetro. Tampoco es tanto, ¿no? ¿Cómo? ¿Muy caro?

“Conduciendillo”

A ver entonces qué te parece esto: un BMW Serie 6 (tranquilo: a escala) en el que, ciertamente, no quepo, pero que si lo haría cualquiera de mis “sobris” de entre 4 y 7 años. La versión de pedales cuesta 200 euros y la eléctrica 400. Es de plástico, recubierto de acero, y alcanza la friolera de cinco kilómetros por hora. Tiembla, Vettel.

De todas formas, y ya poniéndome serio, no me disgustaría recibir el próximo día 18, junto con la felicitación, un detallito. Es más: me gustaría incluso que fuera gratis: fruto del ingenio, de la paciencia o de haberse topado en Internet con una página de postales gratis.

Claro que, si recibo cualquiera de los tres primeros regalos, no seré yo quien se enfade.

Regala botas militares: el calzado táctico que marca tendencia

Si existe un calzado que nunca pasa de moda, por ser básicamente duradero y versátil, ésas son las botas militares. Se trata de un producto básico que no puede faltar en el armario tanto de hombres como de mujeres. Por su estilo atemporal, son muchas las marcas que actualmente incorporan en sus colecciones este tipo de zapatos, con excepción de la temporada de verano por supuesto, aunque se puede aprovechar para comprarlas en cualquier momento del año. Sigue leyendo Regala botas militares: el calzado táctico que marca tendencia

Una docena de rosas y una bofetada merecida

Todavía me escuece la mejilla, y mira que hace ya un par de días que recibí el tortazo. Como no tenía muy claro qué había ocurrido, he tenido que investigar en Internet cuál era mi error. Y, claro, al cabo de un rato de bucear por la Red, me dado cuenta de mi error: sólo a mí se me puede ocurrir regalarle a mi chica un ramo de rosas negras.

Creyendo que le regalaba la quintaesencia de la elegancia, y para firmar la reconciliación tras discutir por alguna tontería sin importancia alguna, me fui a la floristería y me decidí, tras dudar entre distintas plantas, flores y tonalidades, por esa docena de rosas negras.

Cuando llegué de vuelta a casa, con una sonrisa en los labios y un “anda, tontuela, no discutamos más” en los ojos, ella me estampó, sin anestesia ni previo aviso su, por otra parte, delicada mano entre ambas zonas, dejándome el lateral izquierdo de la cara medio dormido y la totalidad del cerero presa de un shock de incomprensión y sorpresa.

Investigando

Total, que me he decido a informarme y resulta que el color negro en este tipo de flores connota separación y tristeza, además de muerte. O sea: que, con todo el cariño del mundo le esta diciendo: “Ahí te quedas. Muérete”. Bien por mí y por mi gusto por las flores elegantes.

El caso es que mi santa y paciente pareja ha acabado por hacerse cargo de mi analfabetismo floricultor y, tras unos minutos de lloros, ha sabido perdonarme, o al menos verme y no cruzarme la cara… Es un encanto.

Qué significa cada color

Yo, por mi parte, he hecho propósito de la enmienda y he decidido informarme de qué significa cada color que puede dársele a la rosa. Lo comparto contigo, para que no te veas en un brete similar:

Si la rosa es de color rojo, simboliza amor y pasión, pero también pueden enviársele a un amigo como señal de respeto. Esto es: si un amigo te envía un ramo de rosas rojas no quiere decir que se haya enamorado de ti… O sí: el lenguaje de las flores es, a veces, ambiguo.

Agradecimiento, inocencia, alegría…

Otro color habitual en estas flores es el rosa, que transmite agradecimiento. O admiración si regalamos un ramo de este color. El blanco simboliza inocencia, pureza o atención hacia alguien que está enfermo. Mientras que el amarillo para quien no es supersticioso, demuestra alegría y diversión.

La rosa azul habla de agradecimiento por confiar en quien las regala o porque éste ha recibido alguna ayuda; mientras las rosas de color violeta son deseos de buenas fiestas, de larga vida o de salud.

El color gris habla de desconsuelo, aburrimiento, abatimiento…; el naranja de entusiasmo y pasión; y el verde de esperanza, equilibrio, paz y descanso. Pero aún no he encontrado el color que indique “Perdóname cariño: soy un cretino que la próxima vez, antes de regalarte nada simbólico, debería informarse”. Tal vez combinando varios tipos de flor

¿Será…?

Se ha vengado el muy… de mi cuñado se ha vengado de todo cuanto digo de él. Como si fuera mentira. Encima, el muy ladino lo ha hecho al modo que más le gusta: con un regalo ¿Pues no va el muy… pestruzo y me regala un Jar-Jar Binks de tamaño natural?

El tipejo sabe perfectamente de mi aversión tan irritante ser que se encuentra dentro del, por otra parte, gracioso elenco de razas de la Guerra de las Galaxias. “Toma –me ha dicho-, ese marcianito del que tanto hablas, me imagino que te gusta”.

¿Será…

Un Jar-Jar Binks de metro noventa. Según lo estaba desenvolviendo, con una sonrisa beatífica, y un “graaaaaciaaasss”, ya estaba dándole vueltas a la vendetta. Quien está dispuesto a dar, lo está también a recibir…

Unos Reyes muy (ejem) especiales

Total: que me he dado una vueltecita por Internet y, mira tú por dónde que creo que los Reyes van a venir whathefuckeados para Angustioso Manfredo, que así se llama ese tío zote que pretende ganarme por la mano en mi propio terreno. De verdad que mi hermana tenía que llevar una cogorza descomunal cuando decidió casarse con… eso.

Con el colmillo más retorcido que un sacacorchos, he empezado a buscar ideas, y la primera que he visto me pareció estupenda: un precioso delantal en el que puede verse el cuerpo de Tarzán cubriendo el del portador. Pero lo he descartado: no expresa toda mi antipatía hacia el personajillo. Si encontrara uno con la imagen de un babuino hasta arriba de cerveza, podría ser. Pero no es el caso. Lástima.

Engañando a los sentidos

La segunda de las ideas me conquistó bastante más: un ratón para el ordenador en forma de tableta de chocolate. Tiene una ruedecita en la parte superior que es la hace que se mueva el puntero por la pantalla y, como se descuide un poquito, con lo goloso que es y la dieta a la que lo está sometiendo mi hermana, que pasa más hambre que si tuviera la boca cosida, le da un bocado al ratón.

Pero, claro, para que el regalo fuera efectivo necesitaría tener un ordenador, y, para él, eso es una tele con teclas. Claro que la tercera idea es una auténtica arma de destrucción masiva ¿No le ha dado ahora por tener siempre encima un mechero por si le piden fuego? (A este tipo, yo no le pediría ni que se fuera, pero en fin, hay gente pa’ to’).

Un regalo un tanto incómodo.

Pues te vas a hinchar, hombre: un mecherito de ocho por cinco por dos centímetros. Para que no lo pierdas y, si un día empiezas a fumar no tengas problemas para saber dónde está la llama. Eso sí: cuando quieras rellenarlo, busca una gasolinera con descuento.

Con todo, no estoy conforme: no he dado con el regalo “wtf” perfecto, ese que le haga rechinar los dientes y que, colorado por el esfuerzo de aguantarse las ganas de dirigir sus puños hacia la zona de mis sonrientes labios, masculle un “gracias” atragantado de bilis y lágrimas, según él, de emoción.

Un minúsculo trozo de vida

– Es lo que tiene el ser humano: que nunca tiene claro lo que quiere.

– Pero, -dijo Eleanor- ¿cómo puede ser que le gusten las dos cosas a la vez?

– Por cien años que viva –repuso Lawrence-, no lo voy a entender.

– Bueno, ya has vivido cincuenta, y no te haces media idea –se burló ella.

Aunque la broma había perdido toda su gracia, por haberse vuelto habitual, él sonrió. Se agradecía cualquier motivo de relax. Las últimas semanas, habían sido tensas. Desde que Henry se había ido a vivir con su pareja (a ambos se les hacía raro llamarla esposa, pues una boda por lo civil no acababa de hacer que estuvieran casados del todo a sus ojos), y habían decidido regalarle algo especial por su cumpleaños, no eran capaces de ponerse de acuerdo en qué comprarle.

The Old Jukebox

El padre tenía la idea de que el chico, de casi treinta años, pero chico, era un enamorado de la más puntera tecnología, visto que su habitación se encontraba absolutamente repleta ordenadores, tablets, iPad, iPod y algunos aparatos de los que sólo era capaz de decir que tenían una pantalla y se conectaban a Internet.

Su madre, en cambio, a pesar de saber de la afición de su hijo por la electrónica, las telecomunicaciones y cualquier aparato de última generación que pudiera permitirse, también había observado cómo el joven ampliaba la cada vez más importante colección de objetos de mediados del siglo pasado que atesoraba, ordenados en una estantería del sótano.

A lo largo de las semanas transcurridas desde que el hijo volara del nido, los padres, con la casa inusualmente tranquila, habían estado cavilando qué le podía gustar, ya que no necesitaba nada en concreto para un hogar perfectamente equipado con los regalos de boda.

Él, empeñado en no ver otra cosa que la faceta tecnológica de Henry; ella, inspirada por la colección de cafeteras, planchas, juguetes y algunas fruslerías más originarias los años 60… Habían llegado a pensar –y a descartar- hacerle dos regalos diferentes. Una fiesta un regalo. Era una costumbre que, en esa casa, no había cambiado nunca.

Mientras hurgaban en Internet, como cada día a esas horas, él sentado; ella de pie, mirando a la pantalla sin demasiado interés, ella hizo un gesto poco habitual, y más efectivo aun debido a la sorpresa que causó en su marido. Le asió con fuerza el hombro para avisarlo de que no abandonara la página que estaban viendo.

– Mira.

– ¿Qué tengo que mirar? Es una radio antigua.

– Lawrence –puso los ojos en blanco-: lee lo que pone.

– Radio Grundig modelo RF 160 del año 66 con un impresionante estilo ‘Madmen’…-masculló, mientras dejaba correr los ojos en diagonal por el texto- dos altavoces, aunque es mono… entrada auxiliar… conectar iPod o teléfono… onda corta y FM…

Al tiempo que leía, a Lawrence se le iba dibujando una sonrisa en los labios y en los ojos.

-Parece, querida, que no voy a necesitar otros cincuenta años para entenderlo del todo -dijo, mientras miraba entre nostálgico y orgulloso la foto de Henry.

La mala vista de mi marido

Hola:

Soy la hermana del tipo que escribe este blog. Y tengo que defender a mi marido. Vale que mi hombre no haya entrado con buen pie en mi familia (se torció un tobillo en la escalera el día que subía para que le presentara a los míos), pero me trata muy bien.

No pasa un cumpleaños, un aniversario, un San Valentín o una Navidad sin que mi Angustioso me regale algo. Sin ir más lejos, el último cumple me regaló unos pantalones preciosos. El pobre no tiene la culpa de tener tan mal ojo con las tallas y que me sobren por lo menos seis o siete de cintura.

La mala vista de mi marido

Claro que, para poco ojo, el que tuvo cuando cumplimos siete años de casados (no sé por qué, mi hermano llamaba a nuestro matrimonio “La Guerra de los Siete Años”). El caso es que mi hombre me regaló unos patucos que, a día de hoy, uso para calentarme los pulgares. Es que me daba pena cambiarlos.

Indirectas

Claro que me confirmó que anda muy mal de la vista cuando me compró una jaulita para pájaros de dos metros cuadrados y sin cubierta superior. Tras pensarlo mucho, y para no darle el disgusto de devolverla, decidí comprar un pájaro acorde. Desde entonces, rompemos los huevos a martillazos y uno sólo nos da para comer tortilla cuatro días seguidos. Es lo que tiene las avestruces.

El caso es que, a pesar de la mala vista con las tallas,  mi angustioso me hace regalos muy originales: como sabe que me encantan los cachorritos de gato, me regaló un biberón precioso para que los amamantara yo misma.

Un hombre de gran corazón

No. No me regaló el gatito, que tuve que comprar yo misma. Pero es lógico: no podía transportarlo hasta nuestra casa… ¡Con la alergia que le dan! Si es que es ver al pobre Micifú y ponerse a estornudar. Es que es capaz de hacer cualquier cosa por mí.

Quizá, el único defecto grave que tiene mi marido es que es un poco bromista: un día lo pillé metiendo bolitas de anís en mi mesilla, donde guardo las píldoras. Para gastarme una broma me decía, a ver qué cara ponía al descubrir el sabor… ¡Qué tonto!

¿Que si mi Angustioso quiere ser papá? Pues no lo sé. Pero a mí gustaría tener niños pronto. Sólo estoy esperando a que mi marido me lo proponga. Es que quiero estar segura de que los dos queremos dar el paso.

Carta de una abuela

Querido nieto:

Como yo no entiendo de eimailes de esos, esemeses y tonterías varias que tenéis los jóvenes de hoy en día, te mando una carta de esas de toda la vida ¿Sabrás cómo se usa o tendrás que preguntar un uno de esos fosos de interné?

Si estás leyendo estas líneas es que has ha sabido abrir la carta (¡qué listo, mi nieto!), con que, a lo que iba: lee y ten muy presente lo que aquí te cuento, pues es muy importante, tanto para hoy como para tu futuro:

Carta de una abuela
Carta de una abuela

Como los Reyes Magos vuelvan a traerme unas medias de lana de tu parte, voy a estar regalándote calcetines y calzoncillos de esos de eslip hasta el día en el que me vaya. Y voy a dejar un fondo en el banco para que cada Navidad te regalen un par de calcetines. De lana gruesa. Amarillos. Hasta que cumplas los ochenta.

¡Basta de lo de siempre!

¿Pero qué te crees que hago yo con las medias para tener que regalarme siempre lo mismo?: en mi cumpleaños, en mi santo, en Navidad… ¡hasta el día de San Valentín le regalaste a tu abuela un par de medias de lana color carne! ¿Qué clase de vida crees que lleva tu abuela para romper tanta ropa interior, y más después de se fue tu abuelo?

Angelico. Si tú supieras como era yo de joven… Pero ahora ya no. Además, estamos en una época que hay de todo y para todos: Ahora, a las abuelas a las que la telenovela nos da igual y preferimos leer un rato, nos gusta recibir, por ejemplo un atril de lectura (lo de los ebúcs no se hizo para mí). Y te cuesta poquito más que un par de medias. Por menos de treinta euros tienes uno que se puede asentar en cualquier superficie.

Un recuerdo afectivo

Aunque, como sabes, con los años, la gente mayor empezamos a apreciar los detalles que nos recuerdan al pasado y, curiosamente, a aficionaros al parchís. Pues mira, puedes combinar las dos cosas regalándome un juego con las fotos de cada uno de la familia (tu padre, tu madre, tu hermano y tú) en las casas donde esperan antes de “salir” las fichas. También por menos de treinta euros.

En fin nietecito: que te exprimas el melón, como lo hago yo peguntando cada año cuál es videojuego de moda, antes de dejarme media pensión en comprarte uno que consiste siempre en pegarle tiros a todo el que respire (¿de verdad que no te aburres?). Las ideas son muchas, pero ya no tengo edad de mandarle la carta  los Reyes.

Sólo te digo que como me regales más medias vas a salir en el yutb ese: “Nieto tragándose un calcetín amarillo envuelto en unas medias de lana”. Capische?

Regalos que no deberíamos hacer

Si queremos evitar caras de póker o sonrisas que sólo enseñan los dientes, existen una serie de regalos que no deberíamos hacer. Vamos a suponer que es el cumpleaños de tu pareja. A la que quieres mucho y deseas complacer ¿Cómo no alegrarle el día?

Si has pensado en comprarle una prenda de ropa, un jersey, un pantalón… ten cuidado. Asegúrate primero de qué le gusta y qué no. Poco importa que sepas de su estilo: al igual que tú y que yo, es un ser humano, y por lo tanto, de naturaleza contradictoria. Lo que creas que va a encantarle, puede parecerle horrible y te habrás ganado una sonrisa falsa y un “que boniiitoo m’encaaantaaa”.

Regalos que no deberíamos hacer

Con el añadido de que te puedes equivocar de talla. Obligarás a la persona a cambiar la prenda y a saber algunos datos que las buenas costumbres impiden que se conozcan, como el precio del obsequio.

Lo personal debe comprárselo la persona

Otro detalle que tampoco es bueno regalar es un perfume. Se trata de una elección muy personal, de modo que no es recomendable elegir por alguien, salvo que estemos muy seguros, y aun así, esa seguridad debería provenir de que, unos días antes, pasando ante la perfumería, tu pareja dijera algo como “Me encanta ‘Eau de Oh’. Por cierto, pasado mañana es mi cumpleaños”. Ya sabes: el ser humano y su naturaleza contradictoria.

Más regalos equivocados: cualquier útil de trabajo. Salvo que nos lo pidan expresamente, regalar una herramienta de trabajo a alguien es decirle que lo queremos porque trabaja en lo que trabaja. Además, se trata de proporcionarle placer, no más trabajo –salvo que su trabajo sea también un placer-.

Piensa: exprímete las neuronas y la imaginación

Si te he destrozado todas las ideas para ese día especial… me alegro. Piensa. Existen muchos regalos con los que complacer a alguien y que están ahí, esperando a que los veas y decidas que son ideales. No tienes por qué gastarte el sueldo de todo un año, ni recorrer siete países y tres continentes para dar con ellos.

Sólo piensa cómo es esa persona, cuáles son sus gustos, sus aficiones… De este modo, evitarás cometer el más grande de los errores:

Sea para tu pareja, algún familiar, amigo, conocido compañero o quienquiera que sea o la relación que tengas con esta persona, regálale de acuerdo a sus gustos. Si no estás seguro de conocerla a fondo, investiga, pregunta, indaga, averigua… Pero no le compres lo que te gustaría que te regalasen a ti.

Fundas Dodocase: Diseños clásicos y atrevidos para tu iPad

Uno de los accesorios para iPad y para dispositivos iPhone que está muy en boga, sobre todo por su excelente calidad y funcionalidad, son las fundas Dodocase, que están disponibles en una gran variedad de modelos y colores y pueden conseguirse fácilmente en la web regalador.com.

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Un regalo felino

No siempre es fácil acertar con los regalos. Es un de esas verdades en las que estamos todos de acuerdo. Pero también es cierto que hay regalos que raramente fallan, sobre todo si el destinatario no puede hablar. Y dudamos mucho de que un gato vaya a quejarse de qué le entregamos como obsequio.

Tal vez su dueño nos tache de cutres o de horteras, pero el minino estará, seguro, encantado o, como poco, no dirá nada. Se trata de que regalemos algo que el dueño perciba como útil y que esa utilidad tenga que ver con el felino.

¿Que qué puede ser? Pues busquemos algunos ejemplos, como el primero que se me viene a la mente: un aseo para gatos. Deja de frotarte los ojos. Has leído bien: un aseo, un excusado, un retrete para gatos.

Evitar olores y suciedad nunca fue tan barato

El caso es que quien convive con un animal de este tipo lo va a encontrar, con toda seguridad, muy útil. Se trata, ni más ni menos que de una caja de plástico con un filtro de carbono activo que recoge… Bueno, dejemos que la imaginación trabaje un poco. El precio del gadget es de 25,24 euros.

Pero hemos comenzado por lo que sería el final del proceso. Lo ideal sería que hubiéramos empezado por la comida, no por eso en lo que el gato la transforma al cabo de unas horas (¿qué milagroso proceso transforma un pienso que huele así de bien en… eso?).

Comer, beber, rascar

La comida. Un fantástico conjunto de comedero y bebedero en un solo objeto. Está fabricado en plástico y cuesta en torno a los 15 euros ¿Cómo? ¿Que el dueño del gato ya tiene comederos, bebederos, cajas de arena y cepillos como para montar una tienda de mascotas? Bueno, pues nos vamos a poner originales.

Le vamos a regalar al gato de tan previsor dueño algo que ni siquiera se esperaba que existiera. Unas… uñas postizas para gatos. Cesen las risas. Existen: yo mismo las he visto con estos ojitos que se ha de comer la tierra.

Por una vez, no es para burlarse

El complemento en cuestión tiene  la misma forma que la garra del gato, pero es algo más grande y transparente, de modo que puede pintarse. Si a primera reacción que has tenido es similar a la mía, te diré que te equivocas: no es ninguna estupidez. Tiene su utilidad.

Los gatos que, por el motivo que sea, no pueden zaparse las garras acaban teniendo graves problemas con ellas. Bueno: son los muebles los que tienen problemas. De este modo, hay que extirpárselas… o enfundárselas, que es exactamente la idea de estas uñas postizas.

Como ves, no todos los regalos para mascotas son gadgets superfluos: algunos pueden ahorrarnos un buen dinero, un gran disgusto y una descomunal reprimenda a un animal que lo único que ha hecho es seguir su instinto.

Las llaves de casa

Si uno es tan despistado como un servidor, que es capaz de olvidarse, literalmente, de su propio cumpleaños, agradece cualquier ayuda para evitar las consecuencias, o al menos minimizarlas, de cualquier despiste. Y una de las víctimas habituales de que tenga los pies en el suelo y la cabeza en la Luna es el llavero que porta mis llaves de casa.

Parece imposible, pero estoy convencido de que nunca, en veinte años, he dejado dos veces las llaves en el mismo sitio. Y eso que mi casa mide poco más que dos cajas de cerillas adosadas. Y, claro: esto tiene consecuencias, aparte de haber asado las llaves en el horno o de haber tenido que “pescarlas” de un lugar más… desagradable.

Las llaves de casa

Pues bien: aquí van algunos remedios que pienso aplicarme para no tener que jurar en arameo cada vez que no encuentro las llaves. O para no llegar a la conclusión de que estoy en ese mundo porque teníamos que ser impares cuando doy con ellas dentro del microondas.

Me lo ha dicho un pajarito…

El primero de los inventos que puedes regalarme (ejem) se llama Sparrow Key Ring (Llavero gorrión). Se trata de un portallaves con un gorrión fosforito (un punto a favor para que no se pierda es su visibilidad) y que cuenta con un nido-casa que puedes colgar junto a la puerta para que sepas dónde dejarlo.

Nido-pajarito. Pajarito-nido. Obvio, ¿no? Pero es que además, el pájaro también es un silbato. Se acabó el “¡¡ya estoy en casaaaaa!!” ahora es “piiip-piiip”. Tan útil invento está en quelovendan.com por sólo 17 euros.

Darle una utilidad extra al llavero

Por otra parte, ¿perderías a un consejero fiel? ¿Y si éste fuera un llavero? Se llama “Decision maker” (“Decisor”, más o menos). Un aro portallaves unido a una ruleta con respuestas estándar y luces led que se encienden respondiendo a las preguntas que hagas. Un tontería supina pero que tiene su gracia y, por tal motivo, no la perderás. El precio es unos 6,50 euros.

Y para evitar un disgusto muy habitual, al menos en mi caso, te presento el último de los inventos de hoy. Regálamelo por sólo 19,50 euros. Veamos: te has ido de pesca, o a dar un paseo junto al río o el mar. Has tenido que sacarte algo del bolsillo y… ¡¡¡Noooo!!

Saliendo a flote

Las llaves. Al fondo del mar materile, rile, rile… Hala, a molestar al vecino para que te dé el juego que le has dejado, hacerte una copia… Todo el proceso. Pues, a partir de ahora, podemos evitarlo gracias al “Water Bouy”. Lo que ocurre es que en cuanto se te caen las llaves al agua, se dispara una bolsa de aire y éstas salen a flote para que puedas repescarlas. El invento me habría salvado de alguna situación desagradable. No digo más.

¿Y si regalamos descanso?

Muchas son las opciones para hacer un buen regalo, pero nada será mejor que regalar descanso. En efecto, dentro del mobiliario chill-out, una atractiva alternativa son las camas balinesas, las cuales lucen muy bien en ambientes de exterior, como un patio, una terraza o un jardín; aportándoles distinción, confort y gran funcionalidad.

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La noche es…

En cuanto he escrito el título se me ha venido a la cabeza la voz de Aurora Beltrán, al frente de Tahúres Zurdos, redondeando la frase: “… de los que se aman”  con una voz poderosa y cálida a la vez, que nada tiene que envidiarle a la intérprete original (Patti Smith) del tema compuesto el Boss Springsteen.

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Cuidado con lo que regalas

Nos lo hemos pasado en grande dándole vueltas a qué regalar, riéndonos a costa de algún que otro personaje más o menos inventado, soñando con regalos imposibles por su precio –y su dudoso gusto, en algunas ocasiones-, pensando cómo alegrarle un día cualquiera a alguien. Pero hoy cambiamos de tema.

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Los regalos más caros para él

Por aquello de “dar contraste”, y porque no nos cae tan mal nuestro cuñado como a veces damos a entender, vamos a cambiar radicalmente de tercio y vamos a hacerle un regalo que no olvide nunca ¿Qué le vamos a regalar? Pues nada, un fruslería: alguno de los regalos más caros del mundo… Somos así: generosos.

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